Si llevas tiempo lidiando con dolor lumbar y te preguntas por qué no desaparece, no estás solo/a. Entender el dolor crónico en su totalidad puede resultar complejo, pero trataremos de explicar algún que otro aspecto de manera sencilla, para ayudarte a manejarlo.
El dolor crónico se define como aquel que persiste durante más de tres o seis meses. Puede pasar que haya transcurrido mucho tiempo desde que se produjo alguna lesión o incluso que no haya un daño visible en los tejidos. También puede ocurrir que en las pruebas de imagen aparezca alguna alteración en tu espalda, pero aunque se diagnostiquen esas alteraciones y se traten por todos los medios, tu dolor sigue ahí.
Esto puede deberse a que el dolor no siempre está del todo relacionado con una lesión física visible. Hay una serie de factores biológicos, emocionales, cognitivos y sociales que influyen en cualquier experiencia dolorosa. Aunque inicialmente pueda aparecer por una lesión o patología en la espalda, con el tiempo, el dolor crónico se convierte en un problema más complejo, donde todos esos factores pueden estar jugando un papel importante.
Cuando nos hacemos daño y sentimos dolor, el Sistema Nervioso actúa como protagonista para que eso llegue a suceder. Y está bien que así sea. Si me quemo la mano, me interesa que esa señal se transmita, que pueda notar dolor, y así aprender a no tocar la sartén cuando está ardiendo, ¿no?
Sin embargo, en el caso del dolor crónico, este Sistema Nervioso puede verse “alterado”, y que las señales que transmita no sean proporcionales a una lesión en tu espalda, por ejemplo. Investigaciones recientes parecen indicar que cuando tenemos dolor crónico, el cerebro y el Sistema Nervioso pueden presentar esas alteraciones estructurales.
Eso podría dar una explicación a por qué si en mi espalda no tengo nada, sigo notando ese dolor tan horrible. O por qué si aparece algo en mi espalda, se identifica y se aborda con diversos tratamientos, no parece haber cambios en mi dolor.
Hay una serie de factores biológicos, emocionales, cognitivos y sociales que influyen en cualquier experiencia dolorosa.
Parece ser que sí. El que yo note dolor no se puede separar de las emociones que me provoca el sentirlo. Los pensamientos y preocupaciones sobre qué puede estar pasando. El ver cómo me limita en todos los ámbitos de mi vida. Todo ello son factores que forman parte del dolor, y que influyen en él.
Cuando estamos estresados o ansiosos, nuestro sistema nervioso e inmune puede alterarse e intensificar el dolor que notas en tu espalda. Este estrés prolongado también afecta tanto la calidad del sueño como nuestro bienestar general, lo que a su vez puede incrementar ese mismo dolor.
También se ha visto cómo nuestros pensamientos y comportamientos ante el dolor, influyen en él. Podemos llegar a preocuparnos constantemente sobre nuestro problema, tener pobres expectativas ante la recuperación, desarrollar conductas de miedo-evitación, etc.
Es normal sentirse frustrado ante esta situación, pero no queremos que te sientas culpable por ello. Son muchos los factores que influyen en el dolor lumbar crónico, y a día de hoy no se sabe con exactitud de qué manera influyen entre ellos para dar lugar a todo lo que te ocurre. Pero sí podemos ayudarte a gestionar ese dolor poco a poco para que puedas experimentar pequeños cambios y avances.
Sabemos que el tratamiento del dolor lumbar crónico debe ir más allá de los métodos tradicionales, como el reposo prolongado o un exceso de medicación e intervenciones. Estos enfoques no parecen ser los más beneficiosos y no siempre abordan tu situación al completo. Se ha comprobado que un abordaje multimodal, donde puedas recibir tratamientos como el ejercicio físico, la terapia psicológica o educación terapéutica, puede ser más efectivo. Este enfoque integral ayuda a que tengas herramientas para que poco a poco puedas mejorar tu calidad de vida, gestionar el dolor y que este te limite lo menos posible.
Un aspecto clave en el tratamiento del dolor crónico es que cada persona es única, por lo que el tratamiento también debe serlo. Esto incluye trabajar de manera activa en conjunto con otros profesionales sanitarios, para aprender estrategias que te permitan gestionar mejor el dolor y mejorar tu calidad de vida. Los enfoques pasivos, donde se espera que solo los tratamientos actúen sin ponerte a ti en el centro del proceso, suelen tener menos éxito a largo plazo.
Comprender cómo funciona el dolor, abordar los aspectos cognitivos y emocionales del mismo, o el desarrollo de habilidades de automanejo pueden convertirse en un papel clave de tu recuperación. La educación terapéutica es una herramienta que, junto a la prescripción de ejercicio, se utiliza desde la Fisioterapia para poder brindarte una mejor ayuda.
El dolor lumbar crónico es un problema realmente complejo, que puede llegar a limitarte en muchos ámbitos importantes de tu vida. Pero, aunque el proceso de tratamiento pueda llevar tiempo, desde la fisioterapia y otras profesiones sanitarias se te puede brindar apoyo y un camino que seguir. Con un enfoque activo, empático y alineado con los últimos avances en el estudio del dolor, podemos encontrar estrategias efectivas para manejar y reducirlo, ayudándote así a recuperar una vida plena.
Esperamos que esto te ayude a comprender algo mejor por qué el dolor crónico persiste, y te inspire a dar los pasos necesarios hacia un tratamiento más activo y personalizado.
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